El primer paso es tirarse un paso. (O la humanización del hombre errante)



Estar en éste universo no implica necesariamente ser parte importante de el; si no, pregúntenle al señor Kast que llevó a sus hijos al metro para que "conocieran" como se mueve la gente. ¿Cachai lo que es vivir en Santiago y no saber qué es el metro?

Un auto es un tipo universo. Uno que te traslada, te lleva, te aleja, te esconde... te enajena.

Es un mundo privado, externo a lo que piense la gente, al clima, al clamor de hambre del vagabundo de la esquina, al grito de auxilio de la muchacha del callejón, al reggueton y al rock, al amor y al odio, a lo lindo y lo feo, a todo lo que compone nuestra sociedad.

Es una burbuja.

Es una pared.

Es la anteojera del hombre "libre".

Libre, con la libertad de alienarse de la sociedad, de escapar de ella y perderse absolutamente en otras cosas que no tienen relación con ella y que te lleva a tener pensamientos hueones como poner globos con cámaras o mimos en las discoteques. Pa' mi que es el aire viciado del auto que los pone así...

Porque eso es lo que le ha hecho la alienación a nuestro país, te vuelve hueón. Dejas de ver a la sociedad como un individuo, dejas de experimentar el pesar de la gente corriente o el olor de la flor que brota, al niño que sufre y al hombre que trabaja todos los días y se sube al metro... y por lo mismo tienes otra serie de pensamientos hueones como que la gente es floja o que el extranjero nos viene a parasitar... porque no te das el tiempo de verlo levantarse a las 5am para ir a trabajar, no ves a las personas subiéndose a las 6:30 al metro, apretados, cansados, somnolientos y acalorados.

El primer paso es tirarse un paso, bajar del auto e ingresar a la vida... experimentar la "empatía".

El segundo es caminar, pero de eso les cuento otro día.



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