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Mostrando las entradas de diciembre, 2017

La chica de rojo

Ya estaba sentada, no se si esperandome o ahí en el viaje. De rojo. Unas delicadas flores, orlaban su vaporoso vestido de una pieza, que ondeaba al ritmo del latir de su corazón. O del mío. Piel del color del trigo; un poco mas arriba, un poco más pálida, me señaló el grácil movimiento de su mano, que ondeo el borde de su vestido; no una, sino tres veces... tres centrimetros más arriba, cada vez. La vi no mirándome, la vi sacarse los lentes para no mirarme mejor. No la vi leer mi libro por sobre mi hombro o de reojo, pero si vi en su teléfono, que a ella también le interesaba el tema en cuestión... unos diez minutos después. La curva de su cuello dorado, terso como fruto a punto, invitaba a la mordida. Resistí la brisa dulce del perfume que emanó, cuando fuí testigo de aquel tesoro oculto bajo su cabellera. Velo colorido, exhibidor del fruto prohibido. Viajamos uno junto al otro. Dos horas, mil horas, un segundo. Se bajó poco antes que yo; no le vi la cola serpentear al rit...

Reencarnación

Al principio, se veía todo negro, como un tunel. A lo lejos, se divisaba una luz. ¿Estoy muerto? -se preguntó. Se respondió que no; en el fondo, nada lo está. ... y prestó atención a la luz. Todo me ha dicho siempre que vaya hacia la luz, así que no desoiré el consejo. -se dijo para darse ánimos. ... y se alzó hacia la luz, y la luz se hizo más fuerte a medida que se acercaba al fin. Y de la tierra desnuda, surgió el más bello de los brotes.

Cuerpos celestiales

Hay un planeta, en donde un árbol, besa a otro árbol. Es un planeta pequeño que erra alrededor del universo. Su órbita es tan larga, que pareciese viajar en línea recta. Pero viaja tan lento, que nadie lo nota. Giran, porque su abrazo es en espiral. Eterno. Incesante. Gravitacional. Sus hojas, ondulan ante la caricia del polvo cósmico. Sus raices, unas junto a las otras en el minúsculo planeta en el que viven, en una caricia infinita. Sus frutos, los más dulces. Las ramas, se funden y confunden en mozaicos siderales. Su fulgor, es el calor de mil soles. Las otras estrellas, les abren paso.