Cáliz
Una gota de tu cáliz brota. Tímido, sin morbo. Con la punta de la glosa, la sorbo. Mí dedo frota, el suave borde de tu copa. Delicado espiral, gratamente helicoidal. Hasta que un sonido brota, de su matriz esencial. Me acercas tu cáliz y yo feliz. Bebo sus notas cereza, sabor de canela y piel. Asiente con la cabeza y yo sumido en su miel; soy labios y boca y también soy nariz. Sus manos imploran me guían a distancia, poniéndome a punto a beber su escancia. La miró a los ojos y ella perdida. Absorta en mi beber; o en su placer, sumida. Mí lengua hace letras en el zenit de su copa, y escribo su nombre con la última gota...