Euterpe

Este cuento se llamaba originalmente Terpsicore, pero le cambié el nombre porque me había equivocado de musa. 

Toda ella era música, su voz era un LA perfecto. Delgada, de cuerpo esbelto, pelo largo y grandes pies a lo lejos parecía una corchea.

Caminaba con ritmo y siempre en cuatro cuartos y cuando se embarazó; era como una llave de sol, mas su hijo, un nonato, convirtió su vida en un réquiem.

Fue ahí cuando la conocí, hablamos de sus padres (ambos músicos concertistas), y de lo inusual de su nombre, que era el nombre de la musa de la diadema y el arpa y de cómo había ajustado su vida a su nombre, siempre en el tono preciso, siempre en la escala exacta.

Sus tiempos eran distintos a los míos, cuando yo decía en quince minutos, ella decía en dos tanguitos de Piazzolla, cuando había taco y lo más posible era que me tardara demasiado, me decía que en un disco de Davis estaría en su hogar.

Nos amamos con altos y bajos, jamás conocí sus silencios hasta que me dejó, tomé sus llaves y revise sus notas… me cambió por alguien con un instrumento mas grande...

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