El Cuervo
El Cuervo - Edgar Allan
Poe
(Traducción del original
en inglés a español por David Castillo Jaramillo)
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Una medianoche apenada,
triste y débil, cavilaba.
Perdido en tomos
antiguos del saber desconocido,
cabeceaba casi
dormido,
cuando de pronto, el
sonido
de un golpe casi
inaudible, oyose a la puerta tocar.
"Una visita"
-musité, "oí a la puerta tocar".
Sólo es eso y nada más.
Ah, lo recuerdo
claramente,
fue en un gélido
diciembre,
en que a todo el ascua
hizo
danzar sombras, en el
piso.
En vano yo esperaba un
mañana que no llegaba.
Y entre libros ocultaba el
dolor de perder a Leonor.
A la bella y rara
doncella a quien los ángeles llaman Leonor.
Eternamente ajena a
mi clamor.
Cada purpúrea cortina
tristes sedas susurraba
y de terror inflamaba mis
peores fantasías.
Me paré, infundiendo
fuerzas a mi loco corazón.
"Son visitas"
-repetí, "golpeando a la habitación;
un tardío visitante
pidiendo poder entrar,
sólo es eso y nada
más".
Y mi alma avalentada,
libre de duda, se alzaba.
"Señor," - le
dije "o Dama, perdone usted, por favor,
pero estaba yo soñando
cuando usted llegó tocando,
tan suave vino golpeando,
golpeando en la habitación,
que yo casi no le oí"
-de par en par, puerta abrí
y lo único que ahí vi
son tinieblas, nada más.
En la oscuridad; mirando,
largo rato fui pensando,
dudando, y más soñando,
que cualquier otro mortal;
y el silencio era tangible
y la quietud, irrompible,
y lo único ahí audible
fue la palabra ¿Leonor?
Murmuré, y un leve eco
devolvió mi murmurar.
Apenas eso y nada más.
De vuelta en el
cuarto, cerrando.
Con el alma
aún temblando,
oí un nuevo golpeteo, más
fuerte que el anterior.
"De seguro" -
dije, "de seguro
es la verja en la ventana;
iré a ver pues qué
sucede
y el misterio esclarecer;
dadle paz al corazón y al
misterio solución".
¡Era el viento y nada
más!
Entonces abro el cerrojo,
y en un coqueteo alado
entra un Cuervo
majestuoso, de los días añorados.
Sin ninguna reverencia y
sin perder minuto alguno,
con un aire señorial
a la puerta fue a parar.
En el busto de Atenea, de
la puerta fue a posar.
Se sentó y nada más.
Y el Cuervo,
transformando
en risa mi desencanto,
por la forma grave y seria
de lo que ahí sucedió.
"Aunque no tengáis
tu cresta, sé que no sois un cobarde;
Cuervo oscuro,
antiguo, errante, de la nocturna bahía" – dije.
"En la Noche
Plutoniana
decidme: ¿cómo os
llamáis?".
Dijo el Cuervo,
"Nunca Más".
Asombrado me encontraba
ante al ave desgarbada,
que aunque clara,
irrelevante su respuesta resultó,
pues no puedo yo evitar
en otro humano pensar,
que haya sido bendecido
con un ave similar;
ave o bestia, sobre un
busto,
y llamada "Nunca
Más".
Pero el Cuervo, solitario,
en el busto ahí sentado,
dijo sólo esas palabras y
de alma las llenó,
nada más él pronunció,
ni una pluma más movió...
Hasta que en susurros
dije:
"Otros antes han
volado, mañana seré abandonado;
como mi esperanza él se
irá".
Y dijo el Cuervo
"Nunca Más".
Sorprendido en lo asertivo
de la respuesta emitida
- dije: "Sin
duda, él repite
lo único que ha
aprendido".
"De algún amo
infortunado,
por desastres perseguido,
hasta que su vil graznido
en carga se transformó.
Hasta que sus esperanzas
con su endecha
lapidó.
Con su Nunca-Nunca
Más.
Aún el Cuervo,
transformando
en risa mi desencanto.
Arrastré una poltrona
frente al ave y al portal.
Y en el terciopelo
hundido, en pensamientos sumido,
sobre el ave majestuosa
comenceme a cuestionar.
Qué, el ave majestuosa,
sombría, oscura y
fantasmal;
dijo al graznar
"Nunca Más".
Esto estaba adivinando;
más nada, verbalizando,
al ave cuyos ojos en mi
corazón clavó.
Eso y más me preguntaba,
con la cabeza apoyada
en el suave terciopelo de
violeta fulgurar;
ese suave terciopelo de
violeta fulgurar,
que a ella, nunca más,
volverá a acariciar.
Y de pronto, un aire
denso,
perfumado por inciensos
de invisibles serafines
tintineando en el silencio.
"Infeliz" - digo
llorando, "es el Dios quien ha cedido
y con ángeles me ha
enviado el licor y el respiro;
respiro y licor de olvido
para a Leonor olvidar;
beberé de un solo
trago, y así el recuerdo borrar”.
Y dijo el Cuervo,
"Nunca Más".
"Profeta" -
dije, "¡ser demoniaco!".
Profeta, ¡seas demonio o
pajarraco!
Si te trajo la tormenta o
te envía el Tentador,
impávido, desolado, a
este desierto encantado,
a este hogar
embrujado, dime, dime y sé veraz.
¿Hallaré bálsamo en
Gilead? ¡Te lo imploro, por favor!
Dijo el Cuervo
"Nunca Más".
"Profeta"
- dije, "¡Ser demoniaco!.
Profeta, ¡seas demonio o
pajarraco!
Por el cielo; en lo alto,
donde mora nuestro Dios,
dile a mi alma
atribulada, si en la Aidenn alejada
hallaré a la santa y
bella a quien los ángeles llaman Leonor,
a la bella y rara
doncella a quien los ángeles llaman Leonor”.
Dijo el Cuervo,
"Nunca Más".
"¡Qué esa frase sea
tu despedida,
pajarraco, demonio!"
- grité enfurecido.
"Vuelve a la Noche
Plutoniana, a la tormenta en la bahía,
no dejes pluma en recuerdo
de la blasfemia proferida,
dejadme en soledad y ese
busto abandonad.
¡Saca el pico de mi
alma y ese busto abandonad!.
Dijo el Cuervo
"Nunca Más".
Y el Cuervo jamás
volando, se ha quedado ahí sentado.
Sobre el busto está
posado, en la puerta se quedó.
Y sus ojos se parecen a un
demonio que adormece.
Y la lámpara ha esfumado su sombra a mi alrededor.
Y mi espíritu en su
sombra, flota a ras del piso,
desde donde mi alma quiso,
levantarse, nunca más.
*
*
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