Casco con celada

Este texto, participo de un llamado a concurso del MHN el año 2021, y que finalmente no se realizó. La idea era reinterpretar la definición, de algunos artículos de su colección permanente. Sería además, editado en un libro, que obviamente tampoco se hizo.

 Lo encontré hoy, revisando entre mis correos de la investigación. Así que, ante lo inédito del idem, decidí subirlo aquí. 

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Casco con celada 

La armadura constituye parte importante del apartado de tecnología bélica con la cual el invasor extranjero hizo su entrada en América. Sirvió no sólo para la defensa física; sino que, además ayudó a arraigar el errado imaginario de deidad o de invencibilidad, del que los españoles hicieron gran uso durante las primeras décadas del genocidio latinoamericano.


Este tipo de casco en particular (al igual que cualquiera de sus símiles hasta la actualidad) sirvió para proteger al opresor, de las piedras, flechas, lanzas y macanas; o sea, de las rústicas armas con las que los pueblos intentaban defenderse de los asesinatos, saqueos y violaciones a los que se vieron sometidos. Poco podían contra los conocimientos sobre la metalúrgica aplicada a lo bélico, parte fundamental del éxito de las primeras campañas españolas.


Ejemplos de lo beneficioso que fue el uso del casco durante la conquista los podemos encontrar a lo largo de toda la crónica colonial chilena; por ejemplo, Alonso de Ercilla en "La Araucana" relata el siguiente episodio: "El italiano en alto el medio escudo / alzó, por recoger el golpe extraño; / pero del todo resistir no pudo, / aunque se reparó parte del daño: / batióle la cabeza el golpe crudo, / y cual si el morrión fuera de estaño / y no de fuerte pasta bien templado, / así de aquella vez quedó abollado".


Sin embargo, la historia nos da ejemplos claros de que a pesar de que la tecnología bélica ha inclinado la balanza a favor de su portador en cada ocasión, no ha sido cien por ciento infalible a la hora de cumplir su labor. Puesto en palabras del Inca Garcilaso de la Vega, sacadas de su "Historia general del Perú": "Diego de Almagro salió de Panamá poco después y fue en rastro de ellos y llegó a la misma tierra, donde los indios ya cebados en españoles salieron a ellos y peleando quebraron un ojo a Diego de Almagro e hirieron a muchos otros..."


Independiente de su capacidad de protección y de las diferencias de la tecnologías bélicas enfrentadas, el casco no fue capaz de poner atajo a la flecha que posteriormente le haría a Diego de Almagro decir al rey Carlos I "El negocio de defender los intereses de la corona me había costado un ojo de la cara".


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