El culpable

 Di tres pasos al interior de la habitación, me giré y le ví. Ahí estaba. El culpable de todos mis males.


Vestía como yo, su rostro era el mío. Sus vicios eran profundamente mis vicios.


Levantamos la ceja al mismo tiempo, nos sorprendimos al unísono. Al mismo tiempo nos enfrentamos; pero el jugó muy sucio y me hizo (¿¡seguro que no fuiste tú mismo!?) una zancadilla. Atravesé el espejo, lo partí en mil partes.


Yo ahora estoy bien eso si. Sanando.




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