Rugidos

 —¡Y sí, poh! ¿Cómo no me voy a acordar de los leones, si metían cualquier bulla…? 

Les daba por ponerse a rugir como a las cuatro de la mañana. Me acuerdo de que una vez andábamos
carreteando en el cerro y, sin querer, terminamos tomando metidos en los terrenos del zoológico.
Estábamos terrible piola cuando cachamos el rugido terrible de cerca y salimos cagando pa’
abajo… Murieron hace poquito, de viejitos, el 2022. Y fíjate, que dos años después de su muerte,
se corrió el rumor de que se había escapado uno del zoo y la gente se lo creyó...
—Bacán, pero yo te preguntaba por los leones de mármol que estaban instalados en la Plaza
Vieja, la de Arturo Prat…
—Ah, no, esos no los cacho…

 


 * * *

Ps: esta historia va a salir en un libro de cuentos y relatos sobre Quilpué, pero no ganó premio. Nah que hacerle. 

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