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Érase una vez una tordo

Llegó a mi vida un día domingo; herida, yacía tendida sobre la cama en el momento en que llegué. La saludé con todo el respeto que una persona le puede profesar a un pequeño animalito herido y sin habérmelo propuesto, me dediqué a cuidarla. Recuerdo con particular ternura ese caluroso día de octubre; lo recuerdo porque mientras ella tiritaba, yo me despojaba de parte de mi ropa y la idea hasta el día de hoy, me parece un poco onírica. Y ella tendría que volar, ¿Que mas podía esperar? ¿Quién en su sano juicio hubiese tratado de domesticar a esa hermosa ave tornasolada? Sólo yo...  Debo decir a mi favor, que la ventana siempre estuvo abierta, en espera del día en que ella abriera sus alas y emprendiera el vuelo; simplemente, no pensé que sería tan luego. Yo quería que sanara, yo quería que volara... pero a mi al rededor; lejos también, nunca tuve un afán mezquino. Que se posara en mi hombro y escuchar su gorjeo hasta el final de mis días, y olvidé completamente que era un ave. ...

Pecera

Zapatos lustrados, camisa planchada y curriculum bajo el brazo. Así partían mis lunes desde hace ya tres meses. El bocinazo, la entrevista, el apretón en el metro, la gente grosera, el calor, la caminata, mas entrevistas y para finalizar un “lo llamaremos”. Mi semana tenía siempre el mismo rito; hasta que un día, sin querer me senté en una de las bancas de Apoquindo y la vi, la mas grande de las peceras que haya visto jamás. Prendí un cigarrillo y los vi subir y bajar, algunos negros en espacios reducidos y multitud de otros coloridos seres en vaivenes casi programados, ora estáticos, ora moviéndose desde arriba hacia abajo. Los días viernes, los de color verde siempre desaparecían antes y algunos de los de color azul ocupaban su lugar. Después de una larga jornada de “usted está sobre capacitado” o de “encontramos a otra persona cuyas pretensiones de sueldo se acercan mas a nuestra realidad como empresa”, decidía comprar un café y volar, sumido en lo mas profundo de la co...

Distracción

- Gracias por las 18.000 visitas! Se hundía en lo profundo de esos ojos celestes cada vez que podía. Cuando ella lo observaba era como si el infinito lo absorbiera, como si el y el universo fueran uno solo. Se dejaba llevar por la corriente de su mirada, sus frases lo acariciaban mientras emergía, sus dudas le revolvían quedamente el pelo mientras le intentaba robar un beso a alguna palabra fugaz que oyera volando sobre la superficie. Su preocupación tiñó el celeste de azul y el nadó con la corriente siempre atento a sus cambios de marea, una pena que volaba rasante le guiñó un ojo y este le siguió; se encontró con sus miedos de frente y los disolvió con palabras agudas como espadas hasta que todo se tornó nuevamente celeste y el pudo volver a zambullirse tranquilo en lo absoluto de ese mar. Hey, ¿me estás escuchando?, te noto distraído –Me dijo. Le respondí que si, que nunca había estado mas atento en toda mi vida. No mentía. *

¿Cómo se los explico, hijos míos?

- A mis hijos, y a los suyos. Salí del trabajo temprano, pues tenía que cuidarlos a ambos. Caminé hasta el metro y en mi caminar me topé con la clase alta de nuestro país; esa que no dice gracias ni pide por favor, esa que vive ajena en un país que no es este mismo, en un país que existe de Plaza Italia hacia arriba. Algunos tosían y se tapaban la boca con bufandas y pañuelos, a otros les lagrimeaban los ojos y sentí la brisa tibia proveniente de la costa, cargada de químicos irritantes. Recuerdo cuando tenía 4 años; por allá por el año 84’, y una bomba lacrimógena cayó en el patio de la casa de mi abuela, en donde mi padre había construido una mediagua para que tuviéramos un lugar donde vivir. Recuerdo vagamente el limón y los pañuelos, pero recuerdo con claridad el ardor y la falta de aire. Después de eso no recuerdo nada más hasta el día siguiente. No tosí; por algún motivo que desconozco, las bombas lacrimógenas no me causan mayor molestia. Subí a un metro vacío (cosa rara a...

Cerritos de tierra (o la concreción de los sueños)

Caminaba rumbo a mi casa cuando por primera vez en 20 años volví a ver un cerrito de tierra y sonreí. La gente común ve los cerritos de tierra como un montón de terrones apilados unos sobre los otros; pero, yo lo vi como cuando tenía nueve años. Recuerdo perfectamente uno de esos días de sol de verano del 89, cuando el verano era menos cruel y sus colores mas vivos; me recuerdo de shorts y polera, saliendo de mi casa después de almuerzo con un autito en cada bolsillo caminando hacia la el árbol de ramas delgadas que crecían a ras de piso (que servían para hacer látigos y astas de banderas), para llegar hasta nuestra tácita área de juego destinada a los autos. Álvaro llegaba antes (o después según el caso), y nos disponíamos a crear caminos, carreteras, estacionamientos y cuanta cosa necesitaran los autos, una vez construimos una ciudad completa mientras la gente que iba a comprar al local de la esquina miraba con curiosidad el afán que ponían este par de niños en su tr...

Traición

Yo escuchaba lo que decía el congresista… "Cuando esté en el poder, dejaremos de culpar al país vecino de nuestro infortunio y de la ausencia de mar y aprovecharemos nuestras tierras. Sabremos apreciar nuestras riquezas y nuestra historia, dejaremos de vivir pensando en que aquellas tierras eran nuestras, pues el pensar en eso es lo que nos aleja del próspero futuro. Le diremos a aquel se declara nuestro hermano y aliado que en vez de echar mas leña al fuego, nos leguen un trozo de su mar y se comporten como los hermanos que dicen ser" ...cuando sentí el disparo.